El hombre que dice que no es frágil miente. La fragilidad pervive y permanece en distintos grados y territorios de su vida, pero siempre está presente y no lo abandonará.
Enrique Arrubia, filósofo
El diccionario nos dice que la fragilidad es una calidad de los objetos que se fracturan con facilidad y escasa deformación. Por otro parte, la dureza no es el opuesto a la fragilidad, puesto que la dureza es la propiedad de los objetos de resistir las ralladuras de la superficie, por el que un objeto puede ser duro y frágil a la vez (el caso paradigmático es el diamante, unos de los materiales más duros que hay pero extremadamente frágil).
Los nidos de golondrina, las semillas y los frutos de plantas silvestres, los esqueletos del coral y otros seres invertebrados del mar, como erizos, estrellas, esponjas y holoturias…, formas de la naturaleza que denotan fragilidad, junto con otras formas imaginadas, se trasladan a la hoja de papel japonés, un papel muy frágil pero también uno de los más resistentes, con las técnicas de aguafuerte, y xilografía con gofrado, técnicas tradicionales de grabado que exigen gran delicadeza.
Estas formas inspiradas en la fragilidad de la naturaleza quieren ser una metáfora del ser humano en su vertiente orgánica, el cual se rodea de un mundo material que le da apariencia de dureza pero que no puede evitar la fragilidad de su existencia.